
LOGROÑO, 18 Abr.
La expansión urbana y la renovación del centro de Bilbao, impulsadas por la élite local con el anhelo de replicar los modelos de Londres y París a finales del siglo XIX y principios del XX, intensificaron las desigualdades sociales. Esta realidad refleja las luchas de poder y las tensiones que caracterizan a esta ciudad industrial.
Este análisis forma parte de la tesis titulada 'La recepción de los discursos higienistas. Urbanismo, género y clase en Bilbao (XIX-XX)', que ha llevado a Marina Segovia Vara a obtener su doctorado en la Universidad de La Rioja.
Desarrollada en el Departamento de Ciencias Humanas y bajo el Programa 681D de Doctorado en Humanidades, la tesis fue dirigida por Olaya Fernández Guerrero, alcanzando la calificación máxima de 'cum laude'.
Marina Segovia Vara se embarcó en esta investigación impulsada por su interés en las dinámicas sociales, especialmente aquellas que involucran a las mujeres de los barrios obreros.
La premisa inicial sugiere que durante la transición del siglo XIX al XX, las ciudades europeas, inmersas en un proceso de modernización, experimentaron significativos cambios en los patrones de género.
“Bilbao no fue ajena a las inquietudes sociales provocadas por nuevos modelos de ocio, el auge del movimiento obrero y las transformaciones en las relaciones de género que ocurrían en toda Europa”, afirma la doctora Segovia.
Con la mirada puesta en sus homólogas europeas, la burguesía bilbaína buscó adoptar el modelo urbanístico de metrópolis como Londres y París, un esfuerzo que culminó con la edificación del ensanche diseñado por Achúcarro, Alzola y Hoffmeyer.
Sin embargo, la expansión semi-urbana en Bilbao intensificó las divisiones sociales, evidenciando las luchas de poder y las contradicciones en la ciudad industrial, tal como lo señala la investigadora.
Al igual que en otros asentamientos industriales, la creación de amplias avenidas y la reestructuración de los distritos obreros, junto a la peatonalización de áreas centrales, facilitaron el control urbano por parte de las autoridades.
Si los relatos de viajeros describen una ciudad pulcra y aristocrática, muy alejada de la cruda realidad de los barrios más humildes, la presencia de epidemias y altas tasas de mortalidad infantil en Bilbao la Vieja revela dos mundos geográficamente cercanos, pero socialmente distantes.
La creciente preocupación por la higiene y la salud pública estuvo ligada al aumento demográfico y la aglomeración, lo que generó tensiones y conflictos que encuadran la llamada “cuestión social” y, dentro de esta, la “cuestión femenina”.
Respecto a la inquietud creciente por la presencia de las mujeres en espacios públicos, “no se debe a que antes se hubieran mantenido recluidas en sus hogares”, añade Marina.
Por el contrario, mercados, plazas y lavaderos han sido siempre espacios de actividad social femenina, y los levantamientos de subsistencia del Antiguo Régimen solo son comprensibles con la participación activa de las mujeres.
Lo novedoso radica en la contradicción que presentaba el papel cada vez más visible de la mujer en la ciudad, ya no solo como trabajadora, sino como figura activa en la vida cultural y política, lo cual chocaba con los nuevos ideales de domesticidad femenina. Al mismo tiempo, el desarrollo urbano ofreció a las mujeres nuevas oportunidades de trabajo y esparcimiento.
Un aspecto destacado en la investigación de Marina Segovia es la inclusión de la microhistoria, a través del relato de las historias de vida de mujeres trabajadoras de Bilbao.
“Sus trayectorias se desarrollaron en suburbios cercanos a las minas, casas de prostitución, centros de reclusión y hospitales, todos ellos, espacios de confinamiento en distintas formas”, explica.
Entre los nombres que aparecen en la tesis destaca el de Magdalena de Agirre, quien luchó judicialmente con el Ayuntamiento de Bilbao tras ser arrestada y encarcelada en una casa galera acusada de hurto, un delito que siempre negó.
Por otro lado, Ignacia de Otaegui, frecuentadora de los juzgados por su actividad en la prostitución clandestina, también enfrentó en múltiples ocasiones a la justicia, siendo atrapada en el acto mientras ayudaba a su mancebía con varios clientes.
La lucrativa actividad de la prostitución les generaba mayores ingresos que las multas que les imponían -explica la doctora- y algunas de las dueñas de burdeles más influyentes llegaron a utilizar el lenguaje higienista de médicos y reformadores sociales para defender sus intereses frente a las que ejercían en la clandestinidad.
En este contexto, figuras como médicos e ingenieros fueron ascendiendo a la categoría de autoridad, reemplazando así a la Iglesia, y culminando un proceso de reestructuración tanto de la ciudad como de los cuerpos de sus habitantes, con raíces en el discurso del progreso ilustrado.
Los testimonios de las mujeres en situación de vulnerabilidad en los burdeles presentan una clara imagen de desamparo, frente a las dueñas de estos locales que intentaron contener jurídicamente su situación. Sin embargo, algunas de estas jóvenes no adoptaron una postura pasiva, sino que se opusieron a los exámenes ginecológicos obligatorios y la vigilancia de médicos y policías en su intimidad.
Aunque las memorias de las clases populares son escasas, analizar los pleitos que estas mujeres sostuvieron con las autoridades proporciona una visión más completa y menos sesgada de la realidad social de la época.
En conclusión, la investigación de Marina Segovia Vara ha evidenciado que la intensificación de la normativa higienista y el interés por la literatura médica fueron un reflejo de las profundas transformaciones que impactaron no solo la morfología de Bilbao, sino también sus dinámicas sociales y culturales, representativas de un proceso de transformación urbana más amplio.
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