
LOGROÑO, 23 de abril. La Guardia Civil de La Rioja ha puesto bajo investigación a un hombre de 48 años, español y residente en un municipio cercano a Logroño, tras descubrir que había simulado su propio secuestro. Este irresponsable acto ha sido calificado como un delito de denuncia falsa.
La noticia no es solo alarmante por la naturaleza del hecho, sino también por las implicaciones que tuvo para los recursos de seguridad pública. La falsa denuncia llevó a la movilización de un significativo contingente de la Guardia Civil, lo cual no solo resultó en un despilfarro de recursos, sino que además comprometió la atención a emergencias reales que pudieron surgir durante la investigación.
Todo inició hace unos días, cuando la esposa del investigado, angustiada y sin noticias de su marido, se dirigió a una comisaría para reportar su desaparición. Esto dio pie a que comenzara una búsqueda intensa para dar con su paradero.
Pronto el mismo hombre, que había sido reportado como desaparecido, apareció en las instalaciones de la Guardia Civil en un estado de nerviosismo evidente. Se presentó de forma desaliñada, con una camiseta rota, y afirmó haber sido secuestrado, alegando que consiguió escapar de sus captores.
En su relato, el hombre describió un encuentro angustiante en el que, mientras regresaba a casa, fue asaltado por tres individuos que lo forzaron a entrar en una furgoneta. Durante el tiempo que pasó dentro del vehículo, según su versión, fue inmovilizado y despojado de sus pertenencias.
El individuo aseguró que, debido a su estado de pánico, no pudo distinguir características de sus asaltantes, quienes lo mantuvieron boca abajo durante el doloroso episodio. Aseguró que, después de un tiempo en movimiento, los supuestos secuestradores se detuvieron y conversaron fuera del vehículo, lo que le dio la oportunidad de intentar escapar.
Al salir, se encontró con uno de los supuestos secuestradores, que intentó retenerlo agarrándolo por la camiseta. Sin embargo, logró liberarse y correr hacia un descampado cercano, que resultó ser junto a unas pozas en el río Iregua.
A lo largo de su huida, el hombre hizo varias pausas pero, por miedo a ser atrapado, no se aventuró a pedir ayuda a nadie. La investigación posterior por parte de los agentes reveló numerosas inconsistencias en su historia; por ejemplo, la noche del supuesto secuestro había llovido intensamente, pero el terreno donde dijo haber estado era completamente seco, lo que contradice su relato.
Finalmente, ante las evidencias que desmentían su versión de los hechos, el acusado se retractó y admitió que había fabricado toda la historia para evadir responsabilidades sobre su verdadera situación, optando por crear una narrativa falsa para ofrecer explicaciones a su círculo cercano. Ahora, las autoridades han puesto su caso a disposición del poder judicial.
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