
LOGROÑO, 29 de abril. Ayer, lunes, en un episodio insólito, un tren Alvia que se dirigía a Logroño desde Barcelona se detuvo a solo 33 kilómetros de su destino, a las 12:52 horas, dejando a bordo a cerca de 170 pasajeros. El maquinista, percatado de un fallo eléctrico, tomó la decisión de detenerse frente a la estación de Alcanadre, un lugar sin parada programada, lo que resultó ser un alivio inesperado para los viajeros.
En un inicio, la situación fue de gran confusión. Los pasajeros, ajenos a la magnitud de lo que sucedía, se encontraron con la blankidad de información, tanto en el tren como en la estación de Logroño. Esto afectó especialmente a los familiares que aguardaban noticias de sus seres queridos. Afortunadamente, los pasajeros pudieron abrir las puertas del tren de manera segura, permitiéndoles salir mientras se gestionaba la situación.
Con la incertidumbre en el aire, y tras recibir información de que el regreso a la normalidad tomaría tiempo, algunos pasajeros comenzaron a desembarcar con la autorización del personal de RENFE. En ese momento, un gesto de humanidad resaltó en medio del desconcierto: los empleados de la bodega Gómez Aguirre, ubicada justo enfrente de donde se detuvo el tren, decidieron intervenir para ayudar a los afectados.
Marta Gómez, una de las propietarias de la bodega, compartió su experiencia con Europa Press. Al recordar ese instante, narró cómo, mientras trabajaban en su oficina, la repentina pérdida de luz les alertó. Al mirar por la ventana, se dieron cuenta de que el tren había parado en un lugar inesperado. Su instinto de solidaridad los llevó a salir y ofrecer asistencia pronto después.
“Cuando salimos, vimos a la gente que descendía del tren. Sin pensarlo dos veces, decidimos ayudarles. Les ofrecimos agua, galletas y, en un gesto característico de la zona, vino”, relató Marta, señalando que, aunque la cafetera no funcionaba, hicieron todo lo posible para hacer sentir a los pasajeros más cómodos en un momento de caos.
La situación era complicada. Los viajeros necesitaban cargar sus móviles, pero la falta de electricidad lo hacía imposible. A pesar de ello, un grupo de ellos logró reponer algo de energía. “Había mucha desinformación, pero, afortunadamente, la situación empezó a solucionarse”, añadió Marta, quien también destacó que, ante la incertidumbre, su hijo y otras personas ofrecieron llevar a algunos de los pasajeros a Logroño en sus coches, realizando varios viajes y recibiendo el agradecimiento de quienes habían pasado por una experiencia estresante.
“Fue un momento inolvidable. Para nosotros, ayudar fue lo mínimo. Ofrecer el baño fue un gesto que consideramos necesario”, expresó, remarcando el ambiente de solidaridad que reinó entre todos aquella jornada inusual. “Aunque algunos decidieron quedarse en el tren, la mayoría que deseaba salir encontró en nosotros un apoyo”, concluyó.
Finalmente, tras varias horas, autobuses comenzaron a llegar alrededor de las 18:30 horas. Estos vehículos, destinados a Logroño, Bilbao y Miranda, permitieron que el resto de los pasajeros pudiera continuar su viaje, cerrando así un capítulo inesperado en su travesía.
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