
Un grupo de activistas que intentó llegar a la Franja de Gaza se encontró con una situación tensa cuando fue interceptado por las fuerzas armadas israelíes. Sergio Toribio, uno de los pasajeros, describió el episodio como un asalto que equivalía a un acto de piratería, enfatizando que, en aguas internacionales, ningún país tiene autoridad para abordar un barco sin pruebas de actividad ilegal.
Al regresar a su hogar en Logroño, Toribio fue recibido con aplausos por amigos y familiares. A pesar del miedo vivido durante el incidente, declaró que, tras reflexionar, volvería a embarcarse en una misión similar.
El viaje finalizó en Logroño tras un vuelo desde Tel Aviv, donde también le esperaban seres queridos. Toribio se mostró satisfecho por el apoyo recibido y confirmó que se encontraba en buen estado tras su experiencia.
Detallando los momentos previos a la confrontación, explicó que la situación comenzó cerca de la una de la mañana, cuando su barco fue iluminado por dos embarcaciones que se aproximaban. Se sintieron alertados, ya que habían percibido drones en la zona desde su entrada a aguas internacionales, lo que presagiaba un posible problema.
Después de unos veinte minutos de tensión, un dron realizó una maniobra que acabó en un accidente, colisionando con el velero y cayendo al agua. Otros drones surgieron, uno de ellos deslumbrando con una potente luz, mientras que otro arrojaba un producto que cubrió por completo el barco, dificultando la visión y el movimiento de los marinos.
Fue entonces cuando una lancha rápida se acercó y, usando los altavoces, intentó tranquilizar a los tripulantes, instándoles a levantar las manos y asegurándoles que no sufrirían daño alguno. Sin embargo, la llegada de un segundo barco permitió que desembarcaran unos 12 soldados armados que causaron una gran impresión entre los activistas, quienes se sintieron tratados como criminales.
Los militares revisaron a los activistas y les confinaron en la proa, donde permanecieron bajo control durante alrededor de diez horas, durante las cuales se les ofreció agua y algo de comida. El barco fue desviado a Tel Aviv, un destino que los pasajeros nunca había previsto.
Al día siguiente, la travesía continuó, pero bajo condiciones más dignas, permitiéndoles resguardarse y conservar algunas de sus pertenencias. Todos los objetos sensibles que portaban fueron desechados para evitar que cayeran en manos de las autoridades israelíes.
Toribio también agradeció el respaldo legal que recibieron durante su tiempo de detención, en especial de un grupo de abogados comprometidos con la defensa de las minorías árabes. Describió la presión que enfrentaron, ya que se intentó forzarlos a aceptar que habían sido detenidos en una zona militar israelí, lo cual rechazaron al afirmar que habían emitido una llamada de alerta desde aguas internacionales.
Finalmente, aunque su propósito inicial de llegar a Gaza no se cumplió, Toribio subrayó que el impacto de su viaje fue considerable y dejó claro que su intención no era atacar a Israel, sino expresar solidaridad con el pueblo palestino.
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