En un reciente informe proveniente de Madrid, se ha revelado una preocupante conexión entre el estrés crónico y el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, respaldada por un estudio del Hospital Universitario de Helsinki, publicado en la prestigiosa revista "Neurology", de la Academia Estadounidense de Neurología.
Dicho estudio evaluó a un grupo de adultos, hallando una relación que sugiere que el estrés podría ser un factor de riesgo para el accidente cerebrovascular en mujeres, aunque no se observó el mismo patrón en los hombres. Es importante señalar que, aunque los resultados indican una correlación, no establecen una causa directa entre el estrés y la ocurrencia de un accidente cerebrovascular.
El doctor Nicolas Martínez-Majander, del Hospital Universitario de Helsinki, comenta que el estrés es una realidad común entre los jóvenes, el cual se alimenta de las exigencias laborales contemporáneas y de la inquietud económica. “Los largos días de trabajo y la incertidumbre en el empleo son factores que generan tensión”, subraya.
En cuanto a las consecuencias físicas y mentales del estrés prolongado, el doctor Martínez-Majander destaca que investigaciones previas han corroborado sus efectos nocivos, sugiriendo que podría elevar el riesgo de accidentes cerebrovasculares en mujeres jóvenes.
El estudio analizó a 426 individuos de edades entre 18 y 49 años que habían padecido un ictus isquémico sin etiología evidente, comparándolos con un grupo control de igual número de personas sin dicho evento. Un ictus isquémico ocurre cuando hay un bloqueo en el suministro sanguíneo al cerebro, lo que puede resultar en graves secuelas como debilidad, problemas de habla y, en los peores casos, incluso la muerte.
Los participantes respondieron a un cuestionario que evaluaba sus niveles de estrés en el transcurso de un mes. Aquellos que habían sufrido un ictus debieron registrar sus niveles de estrés en el mes previo al evento. Las respuestas se puntuaron de cero a cuatro, con cuatro indicando una frecuencia elevada del estrés experimentado.
Las puntuaciones reflejaron niveles de estrés: de 0 a 13 estaban considerados como bajos, de 14 a 26 como moderados, y de 27 a 40 como altos. Los datos indicaron que quienes habían tenido un ictus tenían una puntuación media de 13, en comparación con 10 en el grupo de control.
Se observó que los individuos que sufrieron un accidente cerebrovascular tenían una predisposición mayor a experimentar estrés moderado o alto, con un 46 por ciento de esta población reportando niveles de estrés en estas categorías, en contraposición al 33 por ciento del grupo que no había sufrido un ictus.
Al ajustar por variables como la educación, el consumo de alcohol y la presión arterial, el análisis reveló que, entre las mujeres, el estrés moderado aumentaba el riesgo de ictus en un 78 por ciento, mientras que el estrés alto lo incrementaba en un 6 por ciento. La investigación no evidenció relación alguna entre el estrés y el ACV en los hombres participantes.
El doctor Martínez-Majander enfatiza la urgencia de realizar más estudios para entender por qué las mujeres están más afectadas por esta relación que los hombres y por qué el estrés moderado presenta un mayor riesgo que el estrés alto en el contexto del accidente cerebrovascular. "Conocer mejor cómo influye el estrés puede guiarnos en la implementación de estrategias más efectivas para prevenir estos incidentes", añade.
Sin embargo, el estudio también presenta limitaciones, ya que las personas que podrían estar experimentando altos niveles de estrés podrían haber sido menos propensas a participar, lo que puede haber influido en los resultados obtenidos.
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