Crónica La Rioja.

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Especialista de UNIR afirma que confrontar las emociones negativas es clave para el crecimiento personal.

Especialista de UNIR afirma que confrontar las emociones negativas es clave para el crecimiento personal.

LOGROÑO, 19 de enero. En un contexto donde cada vez más se reconoce la importancia de la salud emocional, la profesora del Grado en Psicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Silvia Castellanos, ha expresado la necesidad imperiosa de enfrentar las emociones que comúnmente son catalogadas como negativas. Según Castellanos, intentar reprimir o negar estas emociones no hace más que obstaculizar nuestro crecimiento personal. Por el contrario, afrontarlas con madurez y transformarlas en experiencias positivas es esencial para nuestro desarrollo integral.

En una reciente entrevista con Europa Press, la docente ha hecho eco de su mensaje coincidiendo con el conocido 'Blue Monday', considerado el día más triste del año, el próximo lunes 20 de enero. Castellanos destacó que las denominadas emociones negativas pueden convertirse en catalizadores para nuestro crecimiento personal. "Aprender del malestar es fundamental", afirmó, destacando que el reconocimiento de estas emociones forma parte de nuestra humanidad.

Según Castellanos, en nuestra sociedad prevalece la tendencia a evitar y reprimir estas emociones, sin darnos cuenta de que tienen una función adaptativa esencial. Insistió en que estas emociones, lejos de ser puramente negativas, cumplen roles significativos que incitan a nuestro desarrollo tanto personal como social. “Si no experimentamos estas emociones, sencillamente no podemos crecer”, subrayó la profesora.

La profesora de UNIR sostuvo que lo determinante es cómo podemos aprovechar estas emociones para mejorar nuestro bienestar psicológico. Si bien a menudo se habla de emociones como la ira, la culpa o la tristeza en un contexto negativo, Castellanos recordó que también poseen un lado positivo que nos puede proteger y ayudar en diversas circunstancias de la vida.

En cuanto a emociones específicas, Castellanos mencionó el miedo, que ha sido objeto de numerosos estudios en el ámbito de la psicología. Esta emoción, destacó, nos prepara ante amenazas y nos alerta a través de reacciones fisiológicas que nos permiten reaccionar adecuadamente. Un claro ejemplo, dijo, se observa en los estudiantes durante los exámenes, donde el miedo puede ser un impulso motivador. En lugar de procrastinar, los alumnos pueden aprovechar este miedo para estructurar mejor su tiempo de estudio y aprender técnicas de relajación que les ayuden a enfrentar el desafío.

La tristeza fue otro tema abordado por Castellanos, quien planteó que este sentimiento también puede tener un enfoque positivo. La tristeza nos invita a la introspección y puede fomentar la búsqueda de apoyo social necesario para compartir nuestras emociones con los demás. “Sin tristeza, no hay alegría”, argumentó, enfatizando que este ciclo emocional es esencial para la toma de conciencia sobre nuestras necesidades y patrones de relación.

Además, la profesora del Grado en Psicología en UNIR destacó cómo la culpa actúa como un poderoso motor reflexivo. Relató que, por ejemplo, un padre que grita a su hijo en un momento de estrés puede sentir culpa posteriormente, lo que le llevará a reconocer su error, pedir disculpas, y fortalecer así los lazos familiares. “Este tipo de experiencias enriquecen nuestras relaciones interpersonales”, agregó.

Castellanos también hizo alusión a la envidia, que puede verse con una óptica constructiva. Este sentimiento puede servir como alerta sobre lo que deseamos alcanzar, motivándonos a continuar esforzándonos en nuestros objetivos. La clave, resaltó, es convertir la envidia en una fuerza motivadora en lugar de en resentimiento destructivo.

No dejó de lado los celos, a menudo malinterpretados, que pueden convertirse en oportunidades para abordar inseguridades y fomentar la comunicación en nuestra pareja. “Hablar de estos sentimientos puede reforzar la confianza y la transparencia en nuestra relación”, opinó.

Castellanos también mencionó la importancia de aceptar el aburrimiento, proponiéndolo como un estado necesario que puede impulsarnos a explorar nuevas actividades. Transformar lo que inicialmente parece inútil en una vía para el crecimiento personal es, sin duda, una actitud valiosa.

La soledad, según la docente, invita a la reconexión con uno mismo y con el entorno social. Mantener el contacto con amigos y familiares, aunque sea a distancia, puede ser esencial para profundizar en el propio autoconocimiento.

En un análisis más profundo, Castellanos reflexionó sobre el resentimiento y la vergüenza, dos emociones que pueden abrir la puerta a oportunidades de comunicación y crecimiento personal. Hablar sobre situaciones que generan vergüenza puede ayudar a entender sus verdaderas implicancias y evitar reacciones exageradas.

Finalmente, la profesora subrayó la importancia de emplear estrategias centradas en las emociones para gestionar el impacto emocional de diversas situaciones sin necesariamente cambiar los acontecimientos. Entre las técnicas mencionadas, el mindfulness y la reestructuración cognitiva se destacan como herramientas fundamentales para observar y reinterpretar nuestras emociones ante la adversidad.