
Una joven del IES Sagasta se enfrenta a su expulsión por llevar velo y presenta una notable campaña de apoyo ante el Ministerio de Educación, que incluye 11.227 firmas respaldando su causa.
LOGROÑO, 15 de octubre.
La estudiante, Eman, de diecisiete años, asiste al Instituto de Enseñanzas Secundarias Práxedes Mateo Sagasta en el programa de Bachillerato Internacional. Desde su expulsión el 15 de septiembre pasado, por usar un velo islámico, ha sostenido que su elección de cubrirse es completamente voluntaria. “Dicen que llevamos el velo por obligación, pero obligarme a quitarlo es imponerme otra obligación”, manifestó con determinación, mientras sufría un fuerte sentimiento de humillación al intentar asistir a clase.
Eman ha recogido más de 11.000 firmas a través de la plataforma Change.org, y este lunes se presentó en la Consejería de Educación para entregar el respaldo ciudadano que ha obtenido. Aferrándose a la caja que contenía las firmas, expresó su necesidad de luchar por su derecho a elegir libremente su vestimenta.
La joven insiste en que el uso del velo es una decisión personal. Subrayó que es desalentador tener que enfrentar la orden de quitarse el hiyab, indicando: “Es muy humillante. Si bien hay quienes creen que las mujeres musulmanas llevan el velo obligadas, el hecho de que no me dejen usarlo también representa una imposición”.
“Permítanme ponerme el velo de acuerdo con mi voluntad y quitármelo cuando así lo decida”, demandó Eman, apoyándose en los principios de la Constitución española que defienden tanto la libertad religiosa como la de expresión.
Recordó que España es un estado laico y democrático que debe respetar su Constitución, la cual, según ella, garantiza su derecho a usar el velo y a expresarse sin restricciones. Denunció que las normativas del instituto no pueden ir en contra de estos derechos fundamentales.
Desde la dirección del instituto, se justifica que el reglamento escolar prohíbe cualquier objeto en la cabeza, como gorras y capuchas, pero Eman considera que las comparaciones entre estas prendas y su velo son inapropiadas. “El uso del velo islámico y el de una gorra son distintos en contexto y significado”, señaló.
Las respuestas de la institución también sugieren que el velo podría dificultar la identificación de los estudiantes en situaciones problemáticas. “Se pueden usar cascos para copiar en los exámenes, así que podría mostrar mis orejas al entrar”, argumentó, añadiendo que las razones expuestas por el colegio carecen de fundamento.
Además, se ha alegado que el uso del velo representa un “sesgo de género”, ya que es una práctica adoptada solamente por mujeres. Eman refutó esta afirmación, reafirmando que su velo está protegido bajo la libertad religiosa y de expresión que consagra la Constitución.
Durante el mismo día de su expulsión, Eman fue advertida por la directora del centro sobre las posibles consecuencias si persistía en su postura, incluida la apertura de un expediente que podría comprometer su plaza en el Bachillerato Internacional. “No pude enfrentarme a ellos individualmente y me vi obligada a acatar la norma”, lamentó la joven, que ahora espera que su acción al presentar las firmas demuestre que no está sola en esta lucha, resaltando que la directora le había indicado que no modificarían la norma “por una sola persona”.
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