El informe señala que el acusado embistió intencionalmente el auto de la víctima sin tratar de evitar la colisión.

La sospecha de que hubo "algo más" que un simple desprecio a las normas en el adelantamiento del acusado de homicidio doloso en el accidente en Nalda ha ido cobrando fuerza entre los agentes encargados de la investigación.
LOGROÑO, 21 Jun.
En una tarde de julio de 2018, la visibilidad era perfecta en la Nacional-111 cuando D.S se dirigió directamente hacia el coche del joven que circulaba en sentido contrario, resultando en su trágica muerte, sin mostrar intenciones de evitar la colisión, según los informes de la Guardia Civil.
En la última sesión del juicio por el mortal accidente, en el que D.S enfrenta una condena de entre trece y quince años de prisión por homicidio doloso, testificaron los agentes de Tráfico de la Guardia Civil encargados de elaborar el informe.
Tras analizar el lugar del accidente y recrear la secuencia de los hechos, los agentes concluyeron que el acusado se lanzó directamente hacia el coche del fallecido sin tratar de evitar la colisión, mientras que el fallecido sí intentó maniobrar pero se vio acorralado.
Según uno de los agentes, en situaciones de emergencia donde un vehículo realiza un adelantamiento sin percatarse de la presencia de otro en sentido contrario, lo lógico es que al notar al otro vehículo se desplace hacia la derecha.
En este caso, el coche del fallecido intentó evadir el impacto. La reacción natural hubiera sido que el acusado hiciera lo mismo, tratando de regresar a su carril original, pero no lo hizo, ya que su trayectoria indicaba que se dirigió directamente hacia el otro coche.
La violencia del impacto fue tal que el coche del fallecido quedó vertical, coincidiendo con la versión de un testigo presencial. El choque fue brutal y letal.
Desde la defensa del propietario del vehículo, padre del acusado, se planteó si las acciones previas del fallecido, incluyendo un adelantamiento arriesgado momentos antes, podrían haber influido en el accidente.
Los agentes afirmaron que el fallecido "iba por su carril y se lo encontró de frente", por lo que su comportamiento en ese momento es lo relevante para el caso.
En la sesión, se reveló que el acusado tenía una alta tasa de alcohol en sangre al ser ingresado en el Hospital San Pedro tras el accidente, lo cual podría implicar un delito.
La defensa cuestionó el cálculo de la tasa de alcohol, argumentando un posible error de cálculo por parte de los agentes, pero estos mantuvieron que los hechos son los hechos y que la presencia de alcohol afecta significativamente la capacidad de reacción y la conducta del individuo al volante.
La acusación particular dudó si la conducción imprudente durante 25 kilómetros previos al accidente justificaría una explicación diferente, pero los agentes consideraron que la forma en que ocurrió el accidente, en un tramo recto y con perfecta visibilidad, va más allá de una simple imprudencia al adelantar.
Los agentes han sugerido que, a pesar de que inicialmente pensaron en un homicidio imprudente, al investigar más detenidamente han encontrado indicios que apuntarían a algo más que un simple desacato a las normas de tránsito.
La abogada de la acusación particular planteó la posibilidad de que el accidente fuera intencionado, al señalar que el acusado debería haber visto el otro vehículo antes de la colisión.
En conclusión, los agentes han descartado que se trate de un caso ordinario de homicidio imprudente, argumentando que la trayectoria abrupta y repentina sugiere que podría haber habido una intencionalidad detrás del accidente, más allá de un simple error al adelantar.
La defensa ha cuestionado la inclusión de la "intencionalidad" por parte de los agentes después de seis años de investigación, pero estos han afirmado que no habían sido notificados de ningún proceso penal hasta ese momento.
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