Crónica La Rioja.

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"Acusado de Los Lirios manipula pruebas y finge un robo para despistar a la investigación"

LOGROÑO, 28 de octubre. En un giro significativo durante el juicio por un presunto caso de asesinato, un alto mando de la Policía Nacional ha declarado que, tras concluir la investigación, se ha determinado que la víctima del crimen en Los Lirios fue brutalmente atacada por su esposo el 13 de octubre de 2020. Este supuesto ataque se ejecutó con un arma punzante y cortante, acabando con su vida de manera sorpresiva.

En su detallada exposición, el inspector jefe indicó que el acusado intentó engañar a los investigadores ocultando evidencias y simulando un robo, incluso insinuando un posible suicidio. Las declaraciones del inspector subrayan que el acusado tenía un motivo claro para actuar de la manera en que lo hizo: su esposa estaba en proceso de separarse y él tenía mucho que perder.

El testimonio, igualmente contundente, denunció que la víctima también sufrió maltrato psicológico, una situación que muchas veces permanece oculta, pero que en este caso ya había llevado a la mujer a considerar seriamente su decisión de dejar a su pareja. El clima de tensión se evidenciaba en el hogar, donde las discusiones eran recurrentes y la víctima sentía una creciente necesidad de escapar.

El investigador remarcó que, al indagar en el círculo cercano de la víctima, no hallaron a ninguna persona que pudiera haberle deseado daño, dejando claro que el único con interés en su fallecimiento era el propio marido.

En cuanto a las pruebas, el inspector explicó que el acusado dificultó la recopilación de evidencia al apagar su teléfono móvil la noche de los hechos. Añadió que la revisión de las grabaciones de seguridad fue infructuosa, ya que se borraron antes de que se pudiera llevar a cabo una investigación adecuada.

El cambio repentino de móvil por parte del acusado, apenas tres semanas después del crimen, fue calificado como "extraño". Este hecho complicó aún más la investigación, ya que dificultó rastrear sus actividades previas y posteriores al suceso.

El juicio se reanudó este martes contra A.E.M., acusado de asesinato con premeditación por el supuesto homicidio de su esposa. Tanto la Fiscalía como la acusación particular solicitan una pena de 22 años de prisión, mientras que la defensa del acusado rechaza las acusaciones rotundamente.

En sus declaraciones, el inspector principal enfatizó las dificultades encontradas al reconstruir los eventos de aquella noche, aunque reafirmó con firmeza los hallazgos obtenidos. Se basó en el testimonio de múltiples testigos que corroboraron que la víctima ya había contemplado el divorcio y se sentía cada vez más aislada en su relación marital.

La investigación también recayó sobre el hijo de la pareja, quien, en tres declaraciones distintas, ofreció versiones contradictorias que generaron interrogantes sobre su credibilidad.

El inspector indicó que la víctima planeaba separarse “una vez que su hijo terminara la vendimia de 2020”, ya que su vida personal contrastaba radicalmente con la del hombre que la había agredido. Mientras ella llevaba una existencia encerrada, él disfrutaba de una vida social activa, lo que intensificaba el conflicto en su hogar.

Sobre el acceso a la vivienda donde ocurrió el crimen, el agente aseguró que fue el propio acusado quien sugirió que un amigo podría tener llaves. Sin embargo, tras investigar esa pista, no encontraron pruebas de un vínculo que pusiera en duda la implicación del marido.

A pesar de la existencia de varios indicios que apuntaban a un crimen, el equipo investigador consideró, en un primer momento, la posibilidad de suicidio, pero esta teoría fue descartada tras un análisis más profundo de la situación de la víctima.

El día del suceso, el acusado alertó a los servicios de emergencia indicando que había encontrado a su esposa sin vida. Sin embargo, al llegar al lugar del hecho, los agentes comenzaron a dudar de su versión inicial debido a la escena, que presentaba signos de manipulación.

Se constató que el acusado había alterado el lugar para hacer parecer que había sido un robo, intentando desviar así la atención de su responsabilidad. Según el inspector, su comportamiento tras el hallazgo fue inusual y confirmaba las sospechas sobre su culpabilidad.

En su evaluación final, se expuso que el crimen fue el resultado de una discusión acalorada, donde la víctima no tuvo oportunidad de defenderse, sugiriendo que el ataque fue premeditado y ejecutado con una violencia inesperada.