El periodo neolítico en La Rioja, al igual que en el resto de la Península Ibérica, marcó un importante cambio en la forma de vida de sus habitantes. Durante esta etapa, que se desarrolló aproximadamente entre el 4000 y el 2000 a.C., se produjo la transición de economías basadas en la caza y la recolección a economías agrícolas y ganaderas. Este cambio trajo consigo la necesidad de organizar de manera más estructurada la sociedad, dando lugar a nuevas formas de organización social.
Uno de los principales factores que influyeron en la organización social en el Neolítico de La Rioja fue la economía basada en la agricultura y la ganadería. Gracias a la domesticación de plantas como el trigo y la cebada, y animales como el ganado ovino y caprino, las comunidades neolíticas pudieron establecer asentamientos más permanentes y desarrollar una producción excedentaria que les permitió diversificar su dieta y comerciar con otras comunidades.
Además de la agricultura y la ganadería, en La Rioja durante el Neolítico se aprovechaban los recursos naturales de la región, como la abundancia de bosques para la obtención de madera, la presencia de ríos y arroyos para el abastecimiento de agua, y la existencia de yacimientos minerales para la obtención de materiales como la piedra.
La organización social en el Neolítico de La Rioja estaba basada en una estructura jerárquica, donde existían individuos con mayor poder y autoridad que otros. En general, se puede decir que esta estructura estaba marcada por la división del trabajo, donde cada individuo desempeñaba un rol específico en la comunidad en función de su edad, sexo y habilidades.
En la cúspide de la jerarquía se encontraban los líderes o jefes de la comunidad, quienes tenían autoridad sobre el resto de los miembros y tomaban las decisiones más importantes. Por debajo de ellos se situaban los artesanos y comerciantes, encargados de la producción de bienes y del intercambio de mercancías con otras comunidades. En la base de la jerarquía se encontraban los agricultores y ganaderos, responsables de la producción de alimentos para el sustento de todos.
En cuanto a los roles de género en la sociedad neolítica de La Rioja, se puede observar una división clara del trabajo según el sexo. Mientras que los hombres se dedicaban principalmente a tareas relacionadas con la caza, la construcción y la defensa de la comunidad, las mujeres se encargaban de la recolección de alimentos, el cuidado de los niños y la producción de cerámica y tejidos.
Aunque existía esta división del trabajo, es importante destacar que tanto hombres como mujeres contribuían de manera fundamental al funcionamiento de la sociedad neolítica, y su colaboración era esencial para la supervivencia de la comunidad en su conjunto.
La religión y la espiritualidad también jugaron un papel importante en la organización social del Neolítico de La Rioja. Durante esta época, las comunidades neolíticas creían en entidades sobrenaturales y practicaban rituales y ceremonias en honor a ellas. Estas prácticas religiosas servían para establecer vínculos entre los miembros de la comunidad, reforzar su identidad colectiva y asegurar la fertilidad de la tierra y el éxito de las cosechas.
Los lugares de culto, como los megalitos y los tholoi, eran espacios sagrados donde se realizaban ofrendas y ceremonias en honor a los dioses y antepasados. Estos lugares también funcionaban como centros de encuentro y cohesión social, donde la comunidad se reunía para celebrar festividades y eventos importantes.
Otro aspecto relevante de la organización social en el Neolítico de La Rioja fue el arte y el simbolismo presentes en la cultura material de la época. A través de la pintura rupestre, la escultura y la cerámica, las comunidades neolíticas expresaban sus creencias, valores e identidad colectiva.
Los motivos más comunes en el arte neolítico de La Rioja eran los animales, las figuras antropomorfas y los motivos geométricos, los cuales se repetían en las representaciones rupestres, en las piezas cerámicas y en los objetos decorativos encontrados en los yacimientos arqueológicos de la región.
En conclusión, la organización social en el Neolítico de La Rioja estuvo marcada por la economía agrícola y ganadera, la estructura jerárquica, la división del trabajo según el sexo, la religión y el arte como formas de expresión cultural y simbólica. Estos elementos fueron fundamentales para la cohesión y el funcionamiento de las comunidades neolíticas en la región, y contribuyeron a su desarrollo y evolución a lo largo de este periodo histórico.