La Rioja es una comunidad autónoma situada al norte de España, que cuenta con una historia rica y diversa. Antes de la llegada de los romanos, la región estaba habitada por distintos pueblos celtibéricos, que dejaron una huella profunda en su cultura y tradiciones.
Los celtíberos eran un conjunto de pueblos que habitaban la zona central de la península ibérica durante la Edad del Hierro. Se caracterizaban por ser un pueblo guerrero y con una organización social basada en tribus y clanes. En La Rioja, se han encontrado numerosos yacimientos arqueológicos que dan cuenta de la presencia celtibérica en la región.
Entre los principales asentamientos celtíberos en La Rioja se encuentran Numancia, Termantia y Tritium Magallum. Estas ciudades fortificadas eran centros de comercio y cultura, donde se desarrollaban actividades artesanales y se celebraban ceremonias religiosas.
La influencia celtibérica en La Rioja es visible en diversos aspectos de la cultura y la tradición de la región. La toponimia de muchos pueblos y ciudades riojanas tiene raíces celtibéricas, así como las festividades y tradiciones populares que se celebran a lo largo del año.
Además, la artesanía celtibérica ha dejado su huella en La Rioja a través de objetos como cerámica, armas y herramientas que se han encontrado en los yacimientos arqueológicos de la región.
La gastronomía riojana también refleja la influencia celtibérica, con platos tradicionales que tienen sus raíces en la cocina de los antiguos celtíberos. La combinación de ingredientes locales con técnicas de preparación ancestrales dan como resultado una cocina rica en sabores y tradición.
En resumen, la influencia celtibérica en La Rioja es un elemento fundamental en la construcción de la identidad cultural de la región. A través de los vestigios arqueológicos, la toponimia, la gastronomía y las tradiciones populares, los celtíberos siguen presentes en La Rioja, recordándonos la importancia de preservar y valorar nuestro pasado histórico.