LOGROÑO, 3 Dic. - La investigadora del Grupo de Investigación en Adicciones Comportamentales (GIAC) de UNIR, Giulia Testa, ha destacado la importancia de prestar atención a las señales de alarma que se presentan en los comedores escolares en relación a los estudiantes con trastornos alimenticios.
Testa, quien también es doctora en Psicología, mencionó en una entrevista con Europa Press algunas de estas señales, como comer muy lentamente o de pie. Además, señaló que estas personas suelen estar atentas para ver si alguien las está controlando.
Asimismo, Testa menciona que otras señales de alerta son masticar durante mucho tiempo, separar los alimentos en el plato, desmenuzar o trocear excesivamente la comida, así como esconder o tirar la comida, secar el exceso de aceite con la servilleta o ir al baño con frecuencia durante las comidas. Estas conductas son características de los trastornos de conducta alimentaria y requieren atención y vigilancia constante.
Una vez detectado el problema, Testa enfatiza la importancia de informar a la familia, ya que se trata de menores de edad. Si hay suficiente confianza, también se podría intentar hablar con el estudiante en un momento tranquilo, evitando hacerlo durante las comidas.
En este sentido, Testa advierte que no se trata de enfrentarse directamente al estudiante, sino de intentar comprender qué le sucede acercándose desde la preocupación e informándole de que, debido a su condición de menor, se debe comunicar a sus familias.
En el caso de las familias, es importante comentar directamente lo observado y las señales de preocupación, haciendo hincapié en que se trata de problemas graves de salud mental y enfatizando la importancia de actuar rápidamente y buscar ayuda profesional. Testa añade que los educadores y docentes no deben asumir el papel de la familia, pero sí pueden orientarla sobre la importancia de buscar ayuda y apoyarla en caso necesario.
Además de hablar con las familias y los estudiantes afectados, es importante evitar hacer comentarios sobre el cuerpo y fomentar actitudes positivas y adecuadas en relación al peso y los cambios corporales propios de la adolescencia. También se puede trabajar en el desarrollo del pensamiento crítico en relación a las redes sociales y la imagen de delgadez promovida por la sociedad, proporcionando herramientas para hacer frente a burlas y críticas de los compañeros.
Testa aboga por una educación nutricional y de estilo de vida saludable dentro de las escuelas, que incluya la importancia de realizar actividades físicas. En cuanto a los trastornos alimenticios más conocidos, como la anorexia y la bulimia, menciona que la tendencia a controlar la alimentación es característica de la anorexia, mientras que en la bulimia se presentan momentos de atracones y falta de control. Estos aspectos también pueden ser indicadores de un trastorno alimenticio.
Entre otras señales de alerta, Testa destaca si el estudiante se mueve constantemente, especialmente durante las comidas, con el objetivo de quemar las calorías consumidas. También menciona los comentarios que indican la insatisfacción con el propio cuerpo, el evitar exponerlo en actividades como nadar o ir a la playa, y el uso de ropa holgada.
Testa señala que los vómitos frecuentes pueden tener consecuencias negativas en los dientes y el aliento. Además de estas cuestiones, también pueden aparecer otras como el aislamiento social, la baja autoestima, la falta de concentración y el bajo rendimiento académico.
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